13 de abril de 2013

Errores arbitrales y seguridad jurídica


Vamos a prescindir de si el Real Valladolid tiene razón en su queja por el arbitraje ante el Valencia, porque es irrelevante para este comentario. Da igual. El deporte en general, y el fútbol en particular, se asienta sobre un paradigma que es la irrecurribilidad de las decisiones arbitrales, a salvo de aquellas modalidades deportivas en las que las reglas de juego posibilitan una reclamación y una revisión inmediata (por ejemplo, el tenis).


Errores arbitrales ha habido, hay y habrá, en un sentido y en otro y de mayor o menor entidad. A un clamoroso error en contra de un equipo normalmente es oponible otro (u otros) en el mismo partido a favor del reclamante, y si no, en encuentros anteriores. Cuando al final de temporada los errores arbitrales cobran una mayor relevancia es por la proximidad del término de la competición, por la tangibilidad de la afectación a la clasificación. Pero un gol en fuera de juego en la jornada 1 es lo mismo que en el último partido de liga, lo que sucede es que este último resulta mediático, inmediato y será el culpable del fracaso de un equipo que ha tenido toda una temporada para conseguir sus objetivos, y que habrá contado también con numerosos errores arbitrales a favor.

Impugnar un partido por un error arbitral puede ser un derecho, pero la respuesta debe ser necesariamente la negativa a repetir el mismo, a no ser que se prueba que ha existido dolo (premeditación) en el mismo, por ejemplo en casos probados de corrupción. Lo contrario es "abrir un melón" de dimensiones desconocidas, porque... ¿dónde ponemos el límite? En el caso del Valladolid - Valencia estamos discutiendo sobre el sentido de un saque de banda de una jugada que termina en gol, pero también se podrá discutir si la falta que generó el tiro libre que luego generó la jugada que finalmente acabó en el penalti que se señaló lo era o no, o si se sacó desde el sitio correcto o más adelante o atrás.

Y en ese momento, terminaremos con el deporte. El árbitro es un elemento más del juego, que falla como los jugadores. Si hiciéramos vídeos con los errores graves de los jugadores posiblemente los de los árbitros perderían importancia. Si todo partido es susceptible de impugnación por causa de errores arbitrales, mejor no organizamos nada porque... no sabremos quien ganará, y quien lo haga lo decidirán los Tribunales muchos años después. Es un riesgo que se asume al participar en la competición: prevalece la seguridad jurídica "deportiva" a la posible justicia ideal, que no obstante quedaría moderada por los errores propios y los errores arbitrales a favor en dicho partido y durante el campeonato. Una locura.